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El Cielo es Azul, la Tierra Blanca. Una Historia de Amor - Hiromi Kawakami

  • Foto del escritor: Manu Hemingway
    Manu Hemingway
  • 24 abr 2019
  • 5 Min. de lectura

La literatura japonesa ha tenido un papel opaco y no suele estar a la orden del día cuando hablamos de clásicos literarios. En cierta forma, cuando se piensa en literatura de otro país o extranjera y a excepción de Murakami, por lo general no evocamos ningún título del país del sol naciente. Sin embargo, Japón tiene escritores de vanguardia considerados clásicos y de gran riqueza lingüística, desde la narrativa clásica de Yasunari Kawabata (primer premio Nobel Nipón) hasta la novela contemporánea de Banana Yoshimoto han dejado constancia de que la letra japonesa trasciende, quizá con parsimonia pero con célebres pisadas que dejan la evidencia de grandes obras que hoy día es imposible no contemplar como referentes de la cultura oriental. Hoy toca enfocarnos en la obra de la escritora Hiromi Kawakami quien en 2001 gana el prestigiado galardón Tanizaki por la novela El Cielo es Azul, la Tierra Blanca. Una Historia de amor... de mucho amor.


El cielo es azul, la tierra blanca es una historia de soledades y es también, como reza su subtítulo, una historia de amor. Tsukiko tiene 38 años y lleva una vida solitaria. Considera que no está dotada para el amor. Hasta que un día encuentra en una taberna a su viejo maestro de japonés. Entre ambos se establece un pacto tácito para compartir la soledad. Escogen la misma comida, buscan la compañía del otro y les cuesta separarse, aunque a veces intenten escapar el uno del otro: el maestro, en el recuerdo de la mujer que un día lo abandonó; Tsukiko, en un antiguo compañero de clase. Con una prosa sensual y despojada, Kawakami nos cuenta una historia de amor muy especial: el acercamiento sutil de dos amantes, con toda su íntima belleza, ternura y profundidad.


La historia de amor está creada al más puro estilo japonés, no narra grandes acontecimientos ni se explaya en descripciones particulares, discurre lenta y va creciendo en trama e intensidad poco a poco conforme se avanza, hasta que los personajes principales dejan el drama a un lado y las pasiones exaltadas para lograr darse esa oportunidad "amor" y al mismo tiempo una apertura en ellos mismos. Por un lado la escritora nos muestra el amor de Tsukiko y el maestro que está lleno de una emoción profunda y sobre todo de naturalidad y de verdad. Algunos de esos encuentros se narran en capítulos por separado, como si se trataran de relatos diferentes. Una historia de amor que evoluciona según las estaciones, con una belleza especial, lenta, basada en lo no dicho. La sabiduría vital del viejo profesor se funde con la pasión juvenil de Tsukiko y sólo al final, cuando los dos estén preparados para el “amor mutuo” como lo llaman, éste surgirá. [1]

La novela nos introduce en un universo desconocido, en el que el tiempo transcurre de forma diferente y en el que los personajes se dejan llevar por las casualidades. Kawakami cautiva con sus palabras y su estilo poético la atención del lector que no podrá verse tentado a abdandonar la lectura. Una bella historia de amor que nada tiene que ver con las que se cuentan en Occidente y que, sin embargo, ofrece mucho que enseñarnos; una historia sutil y profunda, cuyos personajes aprenden a amar y a respetar las costumbres, la temporalidad y los deseos del otro.


Cabe destacar la inclinación por ese matiz y profundidad con que Kawakami escribe sobre los aspectos cotidianos de la existencia humana, uno como lector puede inclinarse a analizar los detalles narrativos en la novela y se sorprenderá de las diversas fuentes literarias y artísticas que la escritora usa para darle vida a los personajes y a la obra en si, tomando un acontecimiento banal como el encuentro de dos personas y llevándolo a lo trascendental de generar una atmósfera que de lugar a un ecosistema de encuentros sin casualidades e incremento de sensaciones, mismas que al lector le permitirán experimentar un trasfondo de sentimientos, ahí la magia de la obra. Te dejo un fragmento de la novela para que ponderes el estilo narrativo "nipón" con su percepción humanística:


"Un antiguo ex novio mío tenía la mala costumbre de no dejarse convencer nunca cuando teníamos opiniones opuestas, pero el maestro era bastante razonable. O quizás debería decir que era bueno. La bondad del maestro procedía de su estricto sentido de la justicia. No era amable conmigo para hacerme feliz, sino porque analizaba mis opiniones sin tener ideas preconcebidas. Se podría decir que su bondad era más bien una actitud pedagógica. Por eso cuando me daba la razón me sentía mucho más feliz que si se hubiera limitado a decirme que sí para tenerme contenta. Aquello fue todo un descubrimiento. No me siento cómoda cuando me dan la razón sin tenerla. Prefiero mil veces que me traten con justicia."


El amor que acabarán por profesarse Matsumoto y Tsukiko se presenta como un sentimiento realista, no platónico, por ello tienen que bregar con la amenaza de la muerte, inmersa en la vida, claro, e independientemente de la edad, es de vital importancia ese contacto al que aspiran, a la sensualidad carnal. A los miedos y a las dudas se enfrentarán de una forma honesta y saldrán finalmente victoriosos. Símbolos y tópicos de la literatura japonesa son utilizados de modo nada azaroso. La fusión de la naturaleza en la escritura se pone de relieve en aquellos episodios en los que los protagonistas se distancian de la ciudad: es en una isla donde se encuentran a solas por primera vez, lejos de las miradas entre inquisitivas y provocadoras de otros comensales de la taberna. Poco antes del final, Hiromi Kawakami da el título de “Los grillos” al capítulo en que Tsukiko reencuentra al maestro, después de pasar más de dos meses esquivándolo. [2] Es un momento intenso y definitivo, que marcará el desenlace transitoriamente feliz de la relación y un homenaje a una manera de sacrificar en sentimiento conformado por la evolución de éste pero ahora propiedad de dos, un ideal materializado Más que una lectura compulsiva, exige la serenidad de quien se inicia en un manjar distinto y exquisito.


Como lector tendrás la última palabra, si es temperamental la novela o si aterriza conceptos de identidad desconocida, eso no importa, la idea de Hiromi es que puedas disfrutar y contemplar un poco de una historia que si bien, nos enfrenta al dilema de querer o amar no solo la diferencia de ideas, sino de espacios y tiempo, en otras palabras, el lustroso malestar de la edad que los separa y divide, dando una herramienta de diálogo a los que hemos leído la novela, o los que hayan vivido algo similar. Al final de la historia entenderás el valor de la obra más allá de su carácter amoroso, realmente te sorprenderá la originalidad de la narrativa y la conexión que puedas encontrar en la nostalgia de las letras, porque aquellos que digan que el amor acaba, es porque nunca lo han experimentado o se han acostado hasta hoy con la oscuridad de su sombra esperando una eternidad que solo la luz de un amor puede darnos.


By MaNu HemiNgway





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