Continuidad de los Parques - Julio Cortázar (Ficción real)
- Manu Hemingway
- 20 mar 2019
- 4 Min. de lectura
El escritor argentino Julio Cortazar destaca por su estilo vanguardista haciendo uso de la ficción como única forma de representar la realidad. La principal característica de su narrativa fantástica es la aplicación de elementos insólitos y sugerentes; en sus obras suele poner en punto de fuga situaciones cotidianas combinada de situaciones paranormales. Algunos de sus cuentos tienen origen en elementos oníricos, reflejando una especie de autoterapia o simples historias disimiles. Otra característica que se refleja en ambos cuentos es que sus obras son complejas, por lo que el lector se ve atrapado y debe reconstruirla. Cortazar es uno de los escritores más documentados de la literatura universal, por lo que enfocarnos en una de sus obras ya sea novela, cuento o poesía resultaría en una amplia disección de su contenido. Sin embargo, valiéndonos de la creencia de sus escritos, resumiremos la esencia de su arte con el cuento "Continuidad de Los Parques", relato tomado del libro "Final del Juego" (1964) y que multiplica cualquier punto de vista que el lector tenga sobre el autor.
La elección de Continuidad de los Parques radica fundamentalmente en que en él encontraremos las principales características que hacen del escritor de Rayuela uno de los grandes maestros de la literatura latinoamericana y universal. En la brevedad de sus líneas ubicamos la maestría de la narración breve, el autor que rompe los moldes, cánones y estereotipos de la literatura imperante en su época, está la transgresión temporal y discursiva, como así también el corte exquisitamente discreto entre lo real y lo fantástico. Continuidad de los parques es el relato más breve de Cortázar y a la vez es que, con argumentos suficientes retrata la estructura del cuento de manera precisa, donde la ficción y la realidad se entrelazan en una historia circular, quebrando ésta cuando el personaje central mezcla su realidad con la obra que está leyendo, creando así un paradigma que se desglosa en infinitas interpretaciones.

El cuento inicia introduciéndonos en el ecosistema de un lector ocasional que aprovecha su tiempo libre de rutina a través de la lectura. El hacendado huye de sus negocios refugiándose en su estudio para leer. Este espacio no es casual: aquí todo está organizado y cerrado al exterior. La novela tiene el estilo de trama sencilla y personajes realistas que le gustan al lector y que Cortázar rechaza. La escena final muestra dos amantes en una cabaña planeando un asesinato, creando una atmósfera perturbadora en el cuento dentro del cuento. Las acciones del lector ficticio se describen con verbos, sustantivos y adverbios que transmiten pasividad (descansar, sillón, arrellanado, etc.) mientras que la realidad de los amantes describen una situación tensa y de contrastes (sangre, besos, puñal, etc.) que terminan convidando a la agresión (rechazar, destruir, etc) [1]
El texto presenta una sucesión temporal laberíntica. El lector real comienza la lectura siendo inocente al igual que el personaje. Cuanto más se aproxima al final de la novela y el cuento respectivamente, ambos lectores presienten que sucederá algo terrible. En el último párrafo el lector-personaje se convierte en víctima y el lector real se vuelve culpable por imaginar la muerte del personaje. La falta de cierre del cuento por no haber quien lea la novela hace que el final desaparezca, evidenciando la culpa del lector real, quien se ha vuelto victimario o cómplice de la muerte del personaje a la vez que observa el crimen. Pero se trata a su vez de un doble crimen, puesto que el lector real es también víctima real porque ha desaparecido el fin del cuento, a la vez que es una víctima imaginaria por su propia imaginación. Esta conclusión multiplica las dudas en lugar de desvelar el misterio. Cuando el lector personaje muere se confunden las dos realidades. [1]
La intención del escritor argentino está planteada desde el principio, le interesa que centremos nuestra atención como lectores en aquellos aspectos que generan la idea central del cuento, la fusión de dos mundos. Es así que elige no brindarnos datos físicos o psicológicos del personaje lector, ya que no influyen para la trama del relato, lo único que importa es la funcionalidad del personaje. No obstante a esto, el narrador omnisciente y su exterior va a brindar cierta información de la vida del lector, pero esta estará siempre al servicio de la trama. En la primera frase del cuento, y en unas pocas palabras, ya se referencian las dos ficciones, el lector y la novela que está leyendo. Lo importante aquí es centrar nuestra atención rápidamente en la relevancia que va a terminar teniendo para este lector la lectura que está desarrollando. En cuanto a la estructura externa o formal del relato vemos que está dividido en dos párrafos, que de alguna manera se corresponden con el contenido temático de los mismos. Si bien internamente hay tres momentos en el relato, los dos primeros aparecen juntos en el primer párrafo y el último momento estaría comprendido totalmente en el último párrafo.
El primer esquema del relato se concentra en lo que se podría llamar ficción inicial y comprende la presentación del hombre lector y el mundo que lo rodea. Dentro del mismo primer párrafo también encontramos el segundo esquema, como una ficción secundaria, y cuyo énfasis radica en los acontecimientos de la novela que el personaje lector está leyendo. Por último, en el tercer esquema, correspondiente al último párrafo, donde podemos encontrar el elemento fantástico del relato, la fusión de las dos ficciones. Así de simple y así de complejo.
Para Julio Cortazar existieron infinidad de temáticas que considerar como situaciones elementales y necesarias de representar y en el cuento encontró la mejor manera de transmitirlo y que a través de este el público lector se enfrentara a su realidad, replanteándose la remota posibilidad de aceptar una realidad que en ocasiones decidimos no querer mirar, porque nos guste o no la literatura es una pieza elemental para comprobar que hemos vivido y respirado un mismo aire, ubicándonos como lectores, espectadores y oyentes de historias que posteriormente adornamos e incorporamos para nuestro propio relato de vida, concluyendo, que escribir un cuento es un arte pero también será un arte el poder leerlo.
By MaNu HemiNgway
Citas:
[1] Juan-Navarro, Santiago. Modelos para desarmar: Claves para una lectura morelliana de "Continuidad de los parques" de Julio Cortazar: Hispanic Journal(Columbia University)
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